domingo, 30 de octubre de 2011

Todos los secretos del Maipo

El investigador Carlos Szwarcer reconstruyó la historia de la sala a través de anécdotas

Por Carlos Sanzol  | LA NACION 30 de octubre de 2011 (P.8 Sección Espectáculos)



  



Hay lugares que se redescubren gracias a sus secretos. Carlos Szwarcer se lo propuso en esos términos a la hora de investigar la historia del teatro Maipo (anteriormente Scala), que en 2008 cumplió 100 años.
Era 1994 y la sala de la calle Esmeralda acababa de ser comprada por el empresario teatral, Lino Patalano. Para celebrar su reapertura, a Szwarcer le encargaron indagar en algunos puntos de la historia del lugar. Algo que se materializó en el guión de un video que se pasó en la ceremonia de “reinauguración”. Ese fue el germen del libro Teatro Maipo. 100 años de historia entre bambalinas (Ediciones Corregidor, 2010), que pasado mañana, a las 19, el autor presentará en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura (Avenida de Mayo 575, primer piso).
Szwarcer se propuso, entonces, recuperar los secretos escondidos en la “Catedral de la revista” -como se conoció al teatro- a partir no sólo de la revisión de documentos históricos, sino sobre todo de la recolección de las voces de sus protagonistas: actores, productores, vedettes y personal técnico de la sala. Así, logró ponerle rostro a la abstracción histórica. “La idea era abordar las épocas del teatro por medio de la recuperación de la vida cotidiana”, dice el autor a La Nacion para reconstruir el día tras día de ese edificio que ganó fama de “templo inmoral”, gracias a la liviandad del vestuario de las grandes vedettes (Nélida Roca, Nélida Lobato, Ethel y Gogó Rojo, entre otras) y al tono subido del humor de los capocómicos (Dringue Farías, Pepe Arias, Pedro Quartucci, Tato Bores y Alberto Olmedo, por nombrar algunos) que pisaron el escenario.






En el libro, esas voces se confiesan. Exponen maldades: las chicas de las revistas ponían hojas de afeitar en los escalones de la escalera que debía bajar la primera vedette. Testimonian bromas pesadas: el cómico que usó un bigote postizo untado con excremento de gato, una “genialidad” a cargo de sus compañeros. Esbozan el espíritu de camaradería que se vivía en el teatro: la emoción del elenco porque un actor dejó todo arriba del escenario. Relatan los excesos: la pasión de algunos cómicos por las carreras de “burros” y la velocidad con que las petacas de whisky se agotaban antes de las funciones. En fin, las voces cuentan -algunas con nostalgia, otras con el pesar del tiempo- el espíritu bohemio de una época dorada de la revista, de una era que ya no existe más.
También hay lugar para relatar, como en cualquier teatro del mundo, historias de aparecidos. “Acá hay muy buenos fantasmas, dos en realidad: uno, pobre, se ahorcó, y el otro murió quemado en un camarín -relata en el libro Norma Aleandro, que protagonizó Master Class , en el Maipo en 1996-. Cáceres [un empleado del teatro que en 1985 se suicidó vistiendo su mejor traje] es el que más visita el escenario. Hay funciones en las que viene y son ésas las que mejor salen.”
Estilo sexy de la transgresión
Entre 2002 y 2003, Szwarcer se propuso sistematizar su investigación y, finalmente, volcar los secretos en un libro. Escudriñó en bibliotecas y archivos en busca de artículos periodísticos y documentos que le permitiera reconstruir la historia. Grabador en mano, reconstruyó los secretos que les contaban las voces que tejieron la vida del edificio de la calle Esmeralda. De la boca de las hermanas Rojo escuchó el relato del cuadro final de la revista El Maipo Super Star (1973), en el que Ethel y Gogó quedaban desnudas en el escenario pintadas íntegramente de dorado, casi al borde la intoxicación por el uso de los pigmentos que habían comprado en España.
En el libro, se respira ese aire de transgresión propio del teatro de revista que caracterizó al Maipo. Por ejemplo, Szwarcer cuenta que allá por 1962 se anunciaba el show de la transexual, La Coccinelle, (”La mujer que fue hombre”), treinta y dos años antes de que el transformista Cris Miró pasara a ser, de la noche a la mañana, la vedette de una revista y escandalizara al país.
“Intenté mostrar el otro costado de los artistas, de esas personas que fueron convertidas en mitos”, reflexiona el autor, sobre esas poco más de 300 páginas en las que revela los secretos del Maipo con la sola intención de redescubrirlo.
El  libro
Todas las épocas de este emblemático teatro que se llamó Scala y, luego, Maipo están reflejadas en el libro de Szwarcer


Libro del Maipo en el Salón Dorado

 Gacetilla de Prensa


El Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires anuncia: Presentación del libro
“Teatro Maipo. 100 años de historia entre bambalinas”,
de Carlos Szwarcer. Ediciones Corregidor.

 
Martes 1º de noviembre, a las 19 hs, en el “Salón Dorado” de la Casa de la Cultura. Av. de Mayo 575. 1º piso. Ciudad de Buenos Aires.
Mesa de presentación: Pablo Gorlero, Horacio Spinetto y el autor.
El evento contará con la presencia de grandes figuras que actuaron en la “Catedral de la Revista” y una evocación musical del histórico escenario.
Entrada libre y gratuita




lunes, 24 de octubre de 2011

Algo sobre el Maipo y la Revista Porteña

Publicado el 24 de Octubre de 2011 por Carlos Szwarcer

 En “La Jornada Semanal” (México)
Comentarios bibliográficos
Domingo 23 de octubre de 2011.

Por Alejandro Michelena.
 En “La Jornada Semanal” (México)
Domingo 23 de octubre de 2011.



Teatro Maipo, 100 años de historia entre bambalinas,
Carlos Szwarcer,
Editorial Corregidor,
Argentina, 2010.

Este libro del investigador e historiador argentino en temas de identidad urbana, Carlos Szwarcer, que evoca la extensa peripecia del Maipo de Buenos Aires, no es uno más sobre el teatro popular, sino uno de los trabajos más serios y documentados que han aparecido sobre el mundo del espectáculo en el Río de la Plata. Pero, además, con buen estilo y cualidades narrativas recrea lo que fue la intensa vida del recinto más célebre y emblemático de la noche porteña.

El Maipo ha sido por décadas el templo mayor del teatro de revistas. Abrió sus puertas en 1922 y marcó con sus espectáculos y estrellas rutilantes la noche porteña. Pero el autor pesquisó además en las etapas anteriores del teatro; cuando se llamó Scala desde 1908, y Esmeralda desde 1915. En esta segunda etapa debutó el dúo Gardel-Razzano, en el que fuera el bautismo artístico de Carlos Gardel en el lejano año 1916.


Ubicado en pleno corazón de Buenos Aires, en la calle Esmeralda, se transformó –como bien lo explica Szwarcer– en el epicentro de la fiesta nocturna, ésa que tuvo como columna vertebral la legendaria Corrientes, que en sus años de mayor esplendor fue conocida como “la calle que nunca duerme”.

Este es un libro que se lee con sostenido interés. La enorme información que su autor ha reunido es dosificada con el jugoso anecdotario generado a través de las décadas. Las figuras que van haciendo su aparición –a través de testimonio personal en algunos casos, y en muchos otros mediante evocaciones– dan al lector una dimensión de lo que era este gran teatro y su evolución. Desfilan en el texto ese gran actor que fue Pepe Arias, famoso por sus monólogos; Lola Membrives, que actuara en las primeras etapas del Maipo antes de transformarse en una de las actrices preferidas de Federico García Lorca; ese histrión fenomenal que se llamó Florencio Parravicini; Luis César Amadori –uno de los directores fundamentales del cine argentino de la época de oro–, que llegó a ser director artístico y propietario del teatro. Y no faltan los humoristas, maestros en la picardía y las segundas intenciones, como Gogo Andreu, Dringue Farías, Carlos Castro Castrito, Jorge Marrone, Luis Verdaguer, Jorge Porcel, Don Pelele, Alberto Olmedo. Y como no podía ser de otro modo, las vedettes también se asoman: Ethel y Gogo Rojo, Nélida Lobato, Norma y Mimí Pons, Susana Giménez.

A partir de 1994, y luego de una etapa de cierta decadencia, de la mano de Lino Patalano y el gran bailarín Julio Bocca –como bien lo explica el autor– el Maipo experimentó una renovación y recuperó su esplendor. Actuaron en su escenario, como capo cómicos, artistas que se habían formado en el ámbito más intelectual y transgresor del café concert de los años sesenta, como Carlos Perciavalle, Antonio Gasalla y Enrique Pinti. Sin dejar su perfil popular y revisteril, abrió sus puertas al teatro con mayúscula; de esa forma actúan allí figuras consagradas como Norma Aleandro, Alfredo Alcón, Marilú Marini y Miguel Ángel Solá. Y cantaron allí esas grandes señoras del tango que son Amelita Baltar y Susana Rinaldi.